El verano comienza a amainar su fuego
como una ilusión predestinada al olvido.
Se escucha el rumor de vientos lejanos
que vienen al Paraguay, de dónde, no lo sé.
Comienzan a elegir maletas de colores,
Claveles, rosas y violetas,
porque en la Catedral de Guadalupe, allá en el Tepeyac,
tañen las campanas que a México llaman la nueva primavera.
¿Será que las golondrinas que de aquí se van,
irán surcando cielos y por allá pasarán?
¿Harían una escala de cariño en Nuevo Laredo,
o pasarían de largo en jolgorio moreno
buscando el calor de otras tierras de sol?
Yo no sé a dónde irán las golondrinas
que siempre buscan calidez, ternura y un nidal acogedor.
Sólo sé que en sus bandadas enviaré como al descuido,
en el viento, en las nubes, en la lluvia y en el sol,
buscando una morenita alegre, apasionada,
llena, llenita de amor, mi sincero corazón.