La mujer más bella y hermosa miré,
Aquella tarde preciosa, cuando a la orilla del mar te encontré,
Recuerdo, aún, ese delicioso aroma de tu perfume que respiré,
La bella poesía en el canto de las aves que bajo la tarde escuché.
El amor se vuelve, entre abrazos irresistible,
Los ángeles con sus coros se hacen audibles,
Un idilio cariñoso, cálido y tierno,
Que con cada minuto se vuelve eterno.
El mar nos acompaña azulado como espejo,
Donde las estrellas colocan su brillo, su reflejo,
Llega con la brisa y se posa en tu cabello,
Eres como una diosa, tan bella, tan hermosa, que contemplo.
Comienza nuevamente, como cada día nuestra historia,
La que se consagra en el cielo, en su memoria,
Mientras la noche se hace, como la bruma, densa,
En la que estamos ligados, por nuestro amor, en nuestra vida inmensa.
Con palabras hermosas hace eco en la noche tu hermoso acento,
Inunda con un idilio interminable mi pensamiento,
Nuestros corazones quedan, con cada caricia inspirados,
Nos envuelve el brillo de la luna y del sol dorado.
“El cielo nuestro amor a las estrellas proclama, tu amor sobre mí derramas, el viento, al pasar nosotros, mueve las ramas, por toda la pradera se esparce, a la luna adormece, todo el amor que te doy mi hermosa y bella dama.”