El fuego del amor quedo frio
después de los continuos llantos
de esos dolores mal heridos
producto de los frecuentes desencantos
Se fueron continuamente los abrazos
Las sonrisas, el sabor de unos labios
quedó solo un recuerdo,
que la rutina olvida para salir del paso
Se van los días, se queda el fracaso
los ojos tristes ya no buscan en vano.
Se vive por vivir, se deja, se pierde,
se sufre el alma cubierta de ocasos.
¡Qué futuro tan incierto el mío!
de las esperanzas vacías
son como hojas de otoño secas en el piso,
que esperan primavera y sus vientos alisios...
Miguel Eduarte