Cuando cielo y tierra se confunden y la naturaleza expresa sus más diversas maravillas.
Cuando la gama de verdes juega con los colores de las flores silvestres.
Cuando el sol, teñido de fuego es devorado por la infinita línea del horizonte.
Cuando la brisa estival apenas mece las copas de los cipreses, allí me detengo, con la vista puesta en un punto lejano, tan lejano como mío.
Cierta quietud invade mi alma y comienzo a volar el valle de los sueños.
Ese valle donde todo es posible, donde lo que no es, se vuelve tangible.
Donde la fantasía tiene un rostro apenas visible y la voz es como un susurro que llevan en sus alas las aves cuando surcan el firmamento.
¡Cuántas preguntas sin respuestas!
Cuántos suspiros que se unen al sonido del arroyo que corre entre las piedras.
Cuántas caricias que se pierden.
La utopía se torna real.
Tu mirada en la mía…
Tu mano y mi mano…
Tu piel y mi piel…
Cierta locura invade el silencio…
Una luz infinita señala el camino a la realidad.
Una amplia sonrisa extiende mis labios…
Hoy pude comprender que los milagros, sí, existen.
ALMA
01–01-09