Acercarnos, rozarnos suavemente, encender el fuego sin prisa y sin tregua.
Mi lengua dibujando deja estelas en tu espalda, y un rastro de saliva humedece esa piel tan reconocida, tu sabor aviva mis sentidos y me vuelvo un tigre que despliega sus garras.
La punta de tus dedos recorre el camino suavemente, se enciende el fuego y nuestros cuerpos se asoman a la voragine insaciable del deseo.
Somos sol y luna, dia y noche, mar y arena.
Soy el fuego incendiando tus entrañas, sos el agua calmando mis pesares.
En el puerto de tu cuerpo, voy marcando huellas, en mis oidos se deslizan tus gemidos.
Alzamos vuelo a un mismo tiempo y somos uno y es nuestra carne un estallido.-