R. Gruger

LA MANO CALLOSA

Cuando pienso que yo era proscrito vagabundo

sin sentido en mi vida, me sentía desfallecer,

ahí tirado a la vera, con dolor, gemebundo.

Y una mano callosa pero suave y amiga

se posó sobre mi alma angustiada y perdida

y noté sorprendido fuerzas mil renacer.

 

Desde entonces no tengo imposibles pesares

pues la mano callosa me sustenta doquier,

nuevas fuerzas me ayudan a vencer tempestades.

Oh recuerdo esa mano y doy gracias por ella

aunque áspera y ruda, para mi era  una estrella

que alumbró mi sendero y dio vida a mi ser.

 

Fue la mano de Cristo, mano ruda y callosa

qu sembró con ternura en mi ser, fe y amor,

perfumó mi existencia con perfume de rosas.

Mano herida en el centro por los clavos que un día

horadaron su carne mientras sangre vertía

por mis culpas inmensas, Oh Jesús Redentor.

 

R. Gruger / 24/7/67