Voy cosechando del silencio
que sabe ser palabra sin serlo
la fragilidad de la plegaria muda,
sus cosquilleos de incolora vocal
son la ingrávida efigie, que vaga
por las orillas de mis orejas
como un susurro renegado,
la apreso entre las manos
como acunando su resplandor,
la semilla del poema,
tierno destello de una oración
que esparzo entre lo cotidiano
como sembrando sonidos
en surcos de aire urbano.