Arroyo prístino que le cantas al viajero
sus misterios de gracia y amor,
que mojas sus labios
con cristalino y suave dulzor.
Se puede pasar mil veces,
allí siempre estas vos,
para colmar con fresca esperanza,
un alma que arde sedienta
de cariño y comprensión.
Tontas y dichas palabras
dichas por un millón,
pero si te las digo a ti
desde lo más profundo de mi interior,
cobran luz primera y verdadera
amiga de mi corazón.
Sabes que te quiero mucho, hasta donde el universo dobla la esquina, una cuadra antes del portal del cielo.
Yo L. MONT