Una nube emborrona mi memoria
Hasta esa milagrosa mañana
en que con dolor alumbró mi cuerpo
una mujer enamorada
La costilla que nos salva
No es pretexto para el vejamen
Y la nostalgia convertida en lágrimas
Que apaga la ira en el limbo de tu alma.
El pulso del mundo llega hoy
Con una palabra, un canto a tu paz,
que cual paloma posas en nuestras faltas
y un gesto indescifrable en tu mirada.
También eres fuego, y ardor
Y puedes cual volcán y brasa
Barrer de la faz cualquier montaña
Y echar al barranco la lengua y la falacia.
Más prefiero hablar de alas
Y tomar del agua en tus cascadas
Y beberla y beberla desde tu altura
Bien cerca de tus plantas.
No hay canto de amor que te supere,
Ni delicado instrumento de artesano
Suena en sus cuerdas la música tenue
Como el haz de luz de tus versos orlados
Dios mismo cinceló con oro el poniente
Y puso en las mañanas el rocío tenue
Más, para fecundar su amor de padre ingente
Sembró con júbilo mujer tu vientre.