En existencia permanente día y noche
azul está colgado en el celeste,
está en cuatro vientos verde leche,
con algunos “espejos del alma”
a veces el atuendo completando
del paraiso miniatura
dispuesto a las almas que se aman.
Centrado tras un verde paredón
un lecho adornado por la sábana,
de color que no descifro
entre blanquecino y grisáceo
cubriendo todo el fondo del recinto
silenciando los pasos que se escapan
descansa mullido un tapiz,
por la transparencia de un vidrio inexistente
en ventana que cerrada aislar pretende
externos ruidos con miradas indecentes
de fulanas no invitadas,
penetra el amarillo mortecino
de una vieja lámpara colgada
afuera en una esquina,
combinando en interior el blanquecino de la plata
que derrama un estático tv que has encendido,
produciendo algunas veces sombras bronce y plata
del contorno de enceres que están dentro,
incluyendo un ser alto, hermoso, vanidoso,
en el paraíso ideal para amar.
Inundada de seducción,
una alcoba grande, inmensa, eterna,
en una gran casona de esquina
sobre los recuerdos musicales
de los clásicos de Olmedo
que se escapan desde el piso inferior
y se confunden con la bravura del rio
que despeña los caminos despues del aguacero:
se encuentra el microcosmos infinito…
paraíso ideal para el amor.
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