A mi madre,
Por mucho tiempo me mantuve callada, esperando que al no darle la importancia, tus llagas no me lastimaran. Mentirme frente al espejo ha cobrado su cuota, más los correspondientes impuestos.
Las mentiras que de tus labios salieron llenaron de azufre mis pulmones, matándome tiernamente entre tus besos y en silencio. Abriste una puerta falsa dentro de mi alma y aún hoy cual encanto de eclipse me colapsa. Sigo en espera del llamado que no vendrá, tus pupilas al voltear sólo mostrarán aquello, que dentro de tu mundo de fantasías, crees que la perfección se realizará.
No intentes adivinar los pasos de mi futuro, ni mal formar los de mi pasado; mis pies saben por donde caminar, cuando el segundo se detiene en el hoy viendo transcurrir a su compañero el minuto.
Dices que mi poesía no te sirve de nada, sin comprender que es el lenguaje con el que mi corazón te llama. Intento recordar tu rostro y a mi mente sólo vienen pesadillas entre máscaras. Tu voz interminable, surge entre relámpagos y fuego, soñarte casi me desangra.
Mi espíritu se lamenta, se entristece, pues hoy tus cadenas ya no me detienen. Me voy a buscar nuevos aires que vida me entreguen, tu nombre sembrado bajo tierra es lo que de mi parte, sólo puedo ofrecerte.
He ventilado, lo que para mí ya te has convertido… Un murmullo de viento inexistente.
Con amor tu hija, la que por siempre te mantendrá entre silencios.