Miré con los ojos del alma, escuché con los oidos del infinito, y pensé con la mente de un sueño.
Y descubrí un mundo mágico.
En mi corazón se oyen acordes de guitarra, a veces desafinados.
En mi habitación hay un espectro ardiente, en busca de una solución.
En mi cama un pozo de energía rebozante de vida, o de muerte.
En el cielo un cúmulo de deseos e ilusiones, mientras la tierra sigue herida de sequia.
En el mar una sirena muda, quien sabe que es peor, el canto o el silencio.
Hay una niña con un pelo rizado de oro, y una mirada envuelta en consuelo que te busca y no te encuentra.
Hay una verdad disfrazada, calumniada y bien escondida, que es turbiada por una niebla enmudecida.
Hay plena libertad en lo alto del árbol de la vida, y triste alivio en lo alto del árbol de la ciencia.
En mis ojos hay una estrella que me guia hacia un camino intransitado, que divergía con el de los demás.
Cuando todo es posible, no cabe duda.
Dudé de la posibilidad de que todo fuera posible, y una especie de rabia me comía por dentro.
¡Maldita duda!
¡No hay nada imposible!