Muchas veces; antes de besarte,
Podía sentir como la miseria de tus ojos
Se reflejaban en los míos.
Pero aquella vez, por alguna razón,
Dudé en tocar tus labios.
Y en el envión de besarte, los segundos
Fueron milenios…
Tu mirada detenida, junto con el tiempo.
El aroma de tu aliento; Yo casi por tocarlos.
Y tu miseria aún ahí, cómoda en tu mirada.
Ya sintiendo el calor de tus labios,
Me detuve sin poder besarte….
Agaché mi cabeza, cerré mis ojos y el silencio
Lo explico todo, no había nada que decir.
Luego levante mi rostro y ya no estabas…
Esa noche lloré.
Tal vez porque te habías ido o quizás porque
Te habías llevado, nuestra miseria.
© Maximiliano José Cabrera.