La noche empieza a habitar en la mente
el cielo obscurece, las estrellas brotan
la luna sale por el horizonte lejano
como lejana estas en este momento
caminado por las negras calles, vagando
solo con mi mente en blanco, añorando
el momento en que te tengo a mi lado,
pregonando a las cuatro auras, el momento
de tenerte de nuevo a mi costado, tu porte,
la suave brisa embala nuestras almas, proyectadas,
a raíz de los fulgores derivados de la diana celeste,
guiando a un encuentro sutil de las hambres
de sentir las películas que envuelven a nuestros seres,
mientras nuestras manos se dejan llevar por la melodía
que rítmicamente producen nuestros corazones,
dócilmente por las túnicas, apreciando la contextura
de los altozanos, de las pampas, de los cañones,
mientras nuestros labios, examinan las sazones
de nuestros néctares, mientras se destemplanza
nuestros cuerpos al sentir las roncerías de los dedos
mientras tu boca afanosa y golosa busca
mi cofrade, para mimarlo delicadamente,
mientras mi apéndice busca tu íntima oquedad,
para juntos llegar al unisonó, al más delicioso espasmo.