fauno

ROMANCE DE LA NOSTALGIA

Solo quedan los recuerdos
y difusas sombras, vagas;
volúmenes inconcretos,
pasos perdidos y calma.
En algún rincón oscuro
puede que quede un fantasma.

La soledad infinita
que se arrastra por mi casa
mastica el eco de antaño
rumiándolo, y se ensaña
con espejos amarillos
como mariposas pálidas.

Algunas veces, de noche,
creyéndose que me engaña,
asalta sin miramientos
la memoria, que me sangra
porque se mantiene abierta
la herida de la distancia.

En este ataque violento
me devoran en oleadas
multitudes de ilusiones
de lo que fuera esperanza;
lo que nos mantuvo vivos,
lo que ahora ya es nostalgia.

Llevo conmigo momentos
inolvidables que abarcan
las historias mas hermosas
con las mas bellas palabras
de amor que decirse puedan,
y las mas tiernas miradas.

También en este tesoro
tengo caricias guardadas
que corretean por la piel
y arden aún en el alma.
Y llevo, además, los besos
las risas y su fragancia.

No puedo quejarme ahora;
no debo reprochar nada
ya que tuve el privilegio
de una vida enamorada
que, además de compartida,
fue casi un cuento de hadas.

La tragedia de acabarse,
cuando el adiós se atraganta
como un acero candente
que te quema en la garganta,
dice que te quedas solo,
pero no que ya no le amas.

Yo vivo como ermitaño
de mi propia vida, plana;
un horizonte lejano,
dónde la llanura acaba,
parece remota meta
para mis fuerzas menguadas.

Cansado de despedidas,
agotado de esperanzas,
convaleciente de amores,
imperturbable a llamadas
que no sean de lo que amé,
ya no me interesa nada.

Viviré de lo que tuve,
mi porvenir no se acaba
mientras siga enamorado.
Mientras perviva la llama
que flamea en mi corazón
tendré luz en la mirada.

Y para que no me olvide
llevo en el cuello colgadas
en una cadena de oro
las dos cosas: una alianza
y una estrella de David.
Mis dos mujeres amadas.