Sé la urna para mi ira
La vaina para mi espada
Sé la paz que me inspira
A tener, mi rabia, encerrada
Sé la brisa que apacigua
El dolor que hay en mi pecho
Sé la mano que acaricia
Mi ser al estar desecho
Sé la palabra que brinda aliento
A un cuerpo que yace abatido
Sé la brújula que guía el viento
Cuando entre las sombras me he perdido
Sé el camino a la tranquilidad
Sé el destino de mi ser
Deja que en tus brazos sea el final
Sé el recipiente de mi querer
Borra de mí, la misantropía
Al convertirte en mi sonrisa
Destierra de mí, la melancolía
Diciendo las palabras precisas
Sé la inspiración para mis versos
Sé la temática de mis poemas
Enciende el fuego que llevo dentro
Y libérame de estas cadenas
Sé el puerto al que lleguen mis besos
El último santuario de mis caricias
Sé la personificación de mis deseos
Y sé el final de mis desdichas
Sé el anclaje que me ata a la tierra
Sé la voz que me hace ver mis errores
Sé el catalizador de mi conciencia
Sé la luz que extingue mis temores
Sé el hombro en el que pueda llorar
Y sé el sol que seque mi llanto
Sé tú, a quien yo pueda abrazar
Para en ti, consolar mi quebranto
Sé mi ilusión de un mejor mañana
Sé el latido que hay en mi corazón
Sé la sangre que, de mis venas, emana
Bríndale a mi alma, calor
Sé lo más simple y lo mas complejo
Sé la caricia que a la mía responde
Sé mi camino de vuelta cuando me alejo
Cuando me desvío de mi horizonte
Sé la compañía en mi soledad
Sé la voz que rompe el silencio
Solo te pido que seas real
Y no de mi mente, un simple invento.
Andrés Ruiz H.