Si escribiera todo lo que pienso
y si pensara cada vez que te escribo,
de mis letras yo sería eterno preso
y un poema terminado mi castigo.
¿Para qué escribir poemas bellos?
¿Para qué olvidar lo que nunca escribí?
Si día y noche me presiguen todos ellos,
y reclaman hoy su rima y su festín
Un festín de amor y arte
Un arte llena de vida y de ti.
Si yo soy tu vida y el arte la mía
¿Por qué no me escribes una rima sin fin?
Una rima que sea nuestra
tan nuestra como el el olor del jazmín
que robé aquella noche de una muerta
flor silvestre que sembré dentro de ti.
Pero este poema no es mio ni tuyo
no tiene dueño ni siquiera una razón,
pues nunca lo leerás aunque yo muera,
ni aunque en tus manos deje mi maldito corazón.