Cuando dejo el lecho muy temprano,
una mujer abriga en mi ausencia,
y al despedirme cogiéndome la mano
que Dios te bendiga- me dice – en su presencia.
Y así voy recorriendo el día,
saludando a uno, riendo al otro,
hay Dios si fuera así todos los días,
dichosos seríamos todos nosotros.
Pero en esta vida de pena y placer
impera la tristeza como pan nuestro,
pero la alegría queriendo florecer
te da una sonrisa para cambiar tu rostro.
Pero es una deidad que cambia luego,
te apena haber nacido, recordar es triste,
por eso yo les digo, no jueguen con el fuego
cree en Dios que es amor y existe.