La esperanza abrigó dos corazones
que de frío tiritaban en olvido...
les encendió la leña de la hoguera,
e hizo, que por sus venas
corriera la sangre enardecida,
con el delirio de la pasión primaveral
que invadía a quellos cuerpos...
que ya declinaban al ocaso.
Dejando sus carnes flácidas,
reposar sobre mullidas ilusiones,
pinceladas de tintes escarlata,
dando rienda suelta a las emociones,
dejándose llevar por los dictados del corazón,
fundiendo sus almas con un amor sagrado
que los llevará con su felicidad,
hasta más allá de la eternidad.
¡Quedando con hechos demostrado...
Qué el amor no tiene edad!
Felina