Sergio Jacobo "el poeta irreverente"

TRES POEMAS A LA MITAD DEL DÍA

¡mi Dios…!

 

Y tú que prodigaste los escombros, dejaste en mi mano las esquirlas: ¿sabes que la muerte es un pasadizo?  –Un pequeño túnel hacia la nada- Estoy aquí para escribir tu nombre lo digo sin tapujos ni preámbulos. Tú me diste la vida en el momento justo y en el instante en que la alegría acoja mis entrañas habrás de retirarla, me satisface hablar de ti ¡mi Dios…! Extraño ser (verdad) o mitológico tú juegas, te diviertes, produciendo fenómenos de destrucción y de hambre. Por eso te nombro sé que estás inmerso en todos aquellos que han venido en tu nombre. 

 

Te espero tranquilo, en una silla mecedora (que por cierto fue herencia de mi Padre) o en la cama un poco deteriorada por los años, también sin embargo es un suponer que me acoja en la calle, [pero no en un hospital donde quieran regresarme a la vida] ¡eso no…!

 

Que en esta muerte, repentina; ¡no dejes Dios mío! Que un perro haga su necesidad sobre mi cuerpo, que un ladrón a hurtadillas se robe mi cartera o un sacerdote me dé los santos óleos; no Señor no quiero nada sólo deseo descansar como un pájaro sobre la rama –muerto-

 

Por eso me congratula saber que existes y que existe la muerte retroalimentación para la vida.

 

 LA MUERTE SABE A NOSTALGIA

 

 Es un granito de sal la muerte. Sabe a nostalgia

así han de recordarme un día

cuando busquen en el costal de la muerte

mis despojos.

 

¿Quién puso sal en mi camino? ¿Quién dejó las espigas a mi paso?

¿Fue ella en lo posible simplemente ella?

La que me olvida

la que deprime mis palabras;

cansado estoy de entregar mis manos a ese cuerpo

y posar mis labios en sus pechos

¡qué pinche decepción!

¿Quién describe a la muerte…como último viaje?

Ya no abordo quizás una esperanza

de percibir el brebaje de esos labios

-qué más puedo querer… que hundirme a ratos-

 

He de cavar mi nicho

donde apenas mi cuerpo incinerado aguarde,

has de venir entonces a despedirte

y yo que te esperaba te diré… sin reproches:

…la muerte sabe a nostalgia.

Y tú te irás sin verme.

 

  NADA SE PARECE A TU CUERPO

 

No sé que ha pasado ni contigo ni conmigo, ni por qué las ramas de los árboles a veces están quietas o no dejan de moverse; tú tienes todo lo que mis manos desean, estas al calce de mis dedos; tus desnudos senos acarician mi boca, al igual que el viento apenas sigiloso roza el silencio de la noche. Todo lo tienes tú y te me alejas, nada se parece a tu cuerpo, ni la silueta que formas a tu paso. ¡Nada! Pero nada se parece a tu cuerpo.

 

Eres la madrugada donde respiro y pienso, la soledad donde me sumo pero también el libro que leo por la mañana. Inclusive el despertar del sol y la esperanza. Por eso extraño tu cuerpo, arcilla entre mis manos. Tus glúteos que se quedaron quietos, tu sexo que se impregnó en mi dedo, tus senos que se incendiaron luego, tus besos que fueron lava en mis labios. ¡Todo!... eres tú, por eso nada se parece a tu cuerpo.

 

Nada se parece a tu cuerpo, lejano quizás y a la vez tan cerca de mi mano.