Miercoles 9 de Marzo
Hija:
El mundo es como un vaso con agua y tú, un grano de azúcar; tu misión: endulzarlo, y te diluirás entera tratando de conseguirlo. Luego verás con decepción que tu sola, no pudiste endulzar el agua.
Viste que a tu alrededor, habían muchos granos, y dejaste que uno se te acercara porque creíste dulcificar el agua con él; mas, éste, era como los demás, un grano de sal.
Saliste y viste que todos eran iguales, y te dedicaste con empeño a buscar uno como tú, dulce como el néctar. Así, fuiste de puerta en puerta, de ciudad en ciudad pero, jamás hallaste lo que buscabas. Desconsolada y triste, te sentaste al borde de tu lecho y lloraste tanto que Dios se conmovió de tal modo que bajando del cielo se acercó a ti y te dijo:
-Ya no llores hija, me apena ver que no has encontrado lo que deseabas para endulzar al mundo, mas, debes de saber que jamás encontrarás lo que anhelas, pues, hice a todos los hombres como un grano de sal, y a ti, para que lucharas por volverle dulce como la miel, sin embargo, no sabes que solo el amor verdadero cambia a las personas.
-Pero yo no sé cómo dar amor.
-Bueno, eso es un poco más fácil, solo detén por un momento tus pasos, ve hacia tu interior y ahí está la fuente, el manantial inagotable, mi hijo amado Jesucristo, ten una conversación constante con él y poco a poco te llenarás de amor.
- Entonces, si llego a tenerlo, ¿Podré cambiar a quien yo quiera?
-¡Seguro, podrás hacer que el mundo sea como tu desees. Ve, pues, segura y feliz hacia ti misma.
Tu papá.
Recuerda que un esposo, un amigo, un hijo o familiar, son como granitos de sal, y tú, uno de azúcar.Tu misión: cambiar su interior con el amor verdadero.