Tu cuerpo es tan hermoso
como los campos que florecen en verano,
como el sutil abrazo del otoño en las hojas,
como el sol extendido a la orilla del mar,
que juega con la arena, que desnuda las tardes,
que calienta los rincones de mi alma.
Ah paloma blanca!
Me das de tu boca el sabor más dulce de todos,
tus pechos alimentan mi deseo,
tus ojos brillan en los centros de mi existencia
donde cada latido esta amarrado a tu nombre,
colgando de tus manos,
suplicando el roce de tu piel de nácar,
de esas caricias que desatan tormentas,
que me pierden por entre bosques de pasión,
donde este sentimiento se desliza, se eleva,
se expande por siempre.
Ah tu cuerpo salvaje,
como los ríos que corren hacia el mar,
como las estrellas que engalanan la noche,
yo he ido descifrando mariposas en tu cabello,
yo he caminado cada sueño
y deshojando rosas en tus piernas
sembré la semilla de mi amor
justo en medio de tu inocencia,
para cultivarla juntos cada día, todos los días.