Yo te invoco, señor de los perversos,
príncipe de la noche más profunda,
y te ofrendo mis vicios mas diversos
quitando su careta pudibunda.
Con tu coro de arcángeles adversos
me confieso. Mi alma moribunda
que no encuentra consuelo en la esperanza
entona en las tinieblas tu alabanza.
He vivido gastando mi albedrío
en todo lo que pudo serme grato.
Inmune ante el dolor y el griterío,
usé la condición de ser ingrato
sin valorar certeza o desvarío.
Jamás quise ver mi autorretrato.
Por evitar el asco reflejado
elegí el mirar para otro lado.
De la lujuria hice catecismo
recorriendo sus rutas mas oscuras,
siempre anduve en el borde del abismo
sin pararme a pensar que otras criaturas
arrastradas también por mi cinismo
pudiesen padecer crueles torturas.
Hice del escarnio un monumento,
y ejercí el mentir como argumento.
Yo bebí en la flor de las doncellas
el perfumado néctar inocente;
corrompido su espíritu, mis huellas
quedaron en su cuerpo adolescente.
He violado a sus madres y, con ellas,
prodigado sin freno mi simiente.
Nunca quise saber la trascendencia
ni el conflicto causado en la conciencia.
De aquelarres fui cofrade asiduo
por mancillar aquello que, divino,
intenta limitar al individuo.
Esta mezcla de sexo, sangre y vino
compusieron las leyes de este triduo
que usé como evangelio libertino.
De tu credo satánico obediente
fui devoto discípulo ferviente.
No conocí piedad ni tuve tiempo
de atender a los hombres ni de amarlos,
despreciarlos lo tuve a pasatiempo.
Siempre tuve cautela de ayudarlos
temiendo ocasionarme un contratiempo.
Decidí lo mas práctico: ignorarlos.
Esta senda de lobo solitario
construyó de egoísmo mi santuario.
Tuve la deslealtad como bandera,
la traición siempre vino conmigo
y la nobleza sólo fue quimera.
Indiferente al premio y al castigo
avasallé a todo el que estuviera
tratando de atenderme como amigo.
Me burlé del cariño y del respeto,
y mi moral a nada puso veto.
Ahora, en el final de la jornada
cuando acosa la sombra de la duda
y te sorprende la salud mermada
el tapiz del terror se desanuda.
Tras mi vida anterior no espero nada,
tampoco me arrepiento, pido ayuda
tan sólo por tentar tu condición.
Es un reto a tus poderes, Gran Cabrón.