Montado en un manso corcel de mil besos,
Salgo a recorrer el país de tu cuerpo.
Mi norte el sendero que lleva a tu boca,
Galopando sueños con ángeles nuevos.
Voy surcando el aire de tu tierra mía.
Arraso vergüenzas, conquisto tu nombre.
Y en atardeceres, junto a dos estrellas
Mi ilusión descansa mirando tus ojos.
En este viaje con calor de estío,
Dos manantiales me ofrecen sus aguas.
Las bebo en el cuenco de manos cansadas.
Y escucho el susurro de tu pecho mío.
El cántaro oscuro de tu piel desnuda
Se rompe en añicos de arpas y mariachis.
Sacudo las hambres, polvos y vigilias
De tanto buscarte y al fin encontrarte.
Hallo un escondido oasis lejano.
El premio más caro a una fe esparcida.
Resbalan mis ansias por tu cuello terso.
Me acunan tus brazos. Se duerme tu niño.