David Goya

UNA MAÑANA (David Goya)

Una mañana te esperaba,

apareciste de pronto luminosa,

el alma se me abrió como rosa,

bajo el límpido fulgor de tu mirada.

 

Y desde aquella mañana despejada

todo lo blanco en mi ser florece;

porque fuiste tu la alborada,

de este cariño, que en la sombra crece.

 

Y desde aquella hora florida,

en que cruzamos nuestra mirada;

tu sonrisa quedo grabada,

en lo más sensitivo de mi vida.

 

Todo mi corazón es poca cosa,

en el ya no cabe todo mi amor;

por eso te pido ¡con dulce fervor!...

que me des un pedazo de tu alma maravillosa.

 

Oye el rumor de mi alma que se queja…

no olvides que si estamos en otoño,

no debemos tronchar el retoño

que tierno brota del alma vieja.