Si vienes a decirme
que la noche sufre,
no gastes palabras,
cállate, ni me hables,
del temblor inaudible
de los restos del navío sin rumbo
de la monotonía que se astilla en los labios,
así, en un día que apenas grita
no vengas a decirme,
que la tristeza tiene forma de duna
que se instala en el mentón
cuando esquivamos los silencios
para hacernos ovillo que duda.
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