No busco sino el regazo de tus ojos
y ante ellos disimulo mi adicción a tu sonrisa
trocaría unos besos regalados – sin delito ni límite de tiempo –
por rozarme un segundo con tus labios prohibidos
El silencio de la noche engulle mis deseos
y subyacen en estas líneas arropados
Hay una culpa presente que no caduca
ni duerme, sonámbula de tus abrazos
Y yo colecciono tus detalles,
las huellas que has dejado -a propósito o no-
señales que nunca absorbí consciente…
tu mirada expresiva y astuta
tus roces indiscretos y atrevidos
tu complicidad en lo más simple
tus coincidencias
una flor que se eterniza como símbolo forzado
de algo sin nombre, un corcho revivido
tu vergüenza inútil
la mía que delira y resiste a penas
mi miedo a la ausencia,
mi miedo en sí.
La prolongación a mi medida de un beso fugaz.
Yo, que tengo la culpa en mis rodillas
con todo eso me sostengo.