Eres el misterio azul de mi cielo
y el rojo encendido de mi infierno.
Tu mirada me regala el infinito anhelo de tus entrañas
y tus pliegues eróticos se graban en la oscuridad de mi mente.
Recorro sigiloso tus valles y montañas,
tus empinados volcanes y la vasta llanura,
que me conduce hasta el monte más profundo;
aquel santuario de placer y de pecado.
Poco te conozco, pero te estoy sintiendo,
sigo en la conquista de aquel mundo escondido.
Suspiro por tener tu aliento y tus caricias,
deseo empinar mi bandera en tu territorio.
Ya sé que puedes exhalar un suspiro o un quejido,
en el momento cuando baje a tus vertientes cálidas,
cuando me incline ante ese tesoro escondido
y me aferre hasta que entregues la vida.