Mi corazón se aceleró
al ver aquellos ojos tan llenos y profundos
que relojes parecían marcando mi tiempo.
Cada latir aumentó con su sola presencia,
cada tic-tac se hacía más lento con su mirada.
Cuando veo en sus cuencas vacías marcando las doce,
un llanto doloroso brotó del corazón.
La amistosa sonrisa de sus labios,
entonando una canción de cuna para dormir eternamente,
entre los brazos de mi amor,
La muerte.