Localizando a un buen puerto,
empapado del prolongado
vendaval, el ciclo impávido
prolonga el pensamiento.
Párvula la imaginación
que traslada el aliento
más allá, la dimensión
entretiene el ensueño.
La marina de escenario
marchando el crepúsculo
para saborear el canto
del querubín más amado.