Desde niño soy amante de los monumentos
Y al visualizarlos me pongo contento
Admirando su belleza y encanto
Que dan vida a las grandes ciudades.
Hoy exalto la belleza de tus monumentos
Haciéndote saber que al verlos me pongo contento
Y más aún cuando llegan cerca del firmamento
Aunque tú y yo estemos a cientos de kilómetros.
Tus monumentos son mi pasión y adoración
A tal grado que me hacen perder la razón
Volviéndome loco por estar contigo y poder acariciarlos
Y llenarlos de besos como es tu deseo.
Son tus monumentos divina mujer
Los que alimentan mi vista cansada
A veces tras duras noches de desvelo
Son mi aliento y consuelo…
Autor: Edwin Yanes