Cuando pienso en ti,
todas mis neuronas, células y órganos galopan,
se estremecen, se desordenan,
se despiertan y dan saltos cuánticos.
Cuando te siento,
ejerces el poder de manipular mis átomos,
mueves hasta el núcleo más simple de mis configuraciones;
serpenteas en cada uno de mis latidos
y aleteas en cada uno de mis suspiros.
Cuando te imagino,
dejan de existir los límites,
estás en lo sencillo y lo complejo,
en mis oscuridades y en los espacios claros,
entre lo permitido y lo prohibido.
Desde que apareciste estoy en metamorfosis,
cambió mi morfogénesis, me estoy reestructurando,
sigo aprendiendo a ser humano y mi universo se expande.
Eres transparencia, trashumancia y trascendencia,
diosa y mujer, cuerpo y alma, energía rutilante,
amante y amada, sexo y pudor.
Eres la esencia de la vida envuelta en flor de azalea.
A veces también te percibo misteriosa e inhóspita,
esquiva la mirada, distante y distinta,
desconfiada como una gata herida,
pero fémina con todas tus complejidades.