¡Sí! Fue en las horas de la madrugada,
alguien ajusticiaba a otro ser,
le segó la vida con dos disparos,
luego se escuchó un auto
doblando la esquina con rapidez.
Hay un ser extendido en la calle,
acorralado de soledad y de sangre.
Hay un ser con los ojos nublados
y hay otro ser con aroma a pólvora en sus manos.
Y como siempre,
todo fue silencio, nadie dijo, ni oyó nada.
Todos somos cómplices en silencio.
Así sucede, cuando vemos gente
que golpea a otra gente.
O como aquel día, en que una mujer tiró
al suelo un vaso sucio y vacío,
alguien la vio, y no dijo nada.
Un vaso que estaba a dos metros
de un tarro de basura.
¡Sí! Seguimos siendo cómplices.
© Publicado por David Valencia Tobón. Reservado todos los derechos de autor.