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Perenne como ninguna


Lleno de lo poco o mucho
que la gente me ofrece,
decido reir en vez de llorar,
dar la mano y no golpear,
entregarme a la construcción humana
y acoger (si mereciera) la suerte divina.

Bien a la vista está,
que este, nuestro amor,
surgió desde el jardín de los sueños.
Al ser flor y aroma,
el cual se jacta,
de hacer tangible lo invisible,
posible lo harto imposible,
cuando es capaz
de voltear la cara amarga
dignando un abril mayor,
el corcel más increible,

sin para nada mancillar,
la fidelidad se debiera al trabajo,
-por gracia, orfebre,-
de la madre creación.

Amor! en ti aúpo ilusiones,
destrono crueles envidias,
derroto las pugnas marcadas
por odios y celosías.

Amor! tú salvas de penas,
alejas coronas de espinas,
rechazas las manchas de sangre,
te busco al girar las esquinas.

Debiérase (con antelación) haber aprendido
tu signo en la raiz de las estrellas,
negándonos a desdibujar la belleza,
olvidando esparcir, cien cruces
en lo alto y a lo largo de la sierra.

318-omu G.S. (bcn-2011)