Aún cuando tu reíste, tantas veces el dolor
a grandes raudales en tus ojos se licuó,
al ver tantas ovejas, tan solas, sin pastor
volcaste en ellos tanto amor.
No se si son tus lágrimas sal, agua y compasión,
o perlas transparentes, o partículas de sol,
el brillo de tus ojos, tan llenos de bondad
aún cuando es triste tu mirar.
Los niños que en tus brazos disfrutaron protección
y tantos quebrantados que sintieron tu perdón,
la niña moribunda, la dama sin honor,
a todos prodigaste amor.
La copa tan amarga la tomaste en mi lugar
subiendo la colina del estigma y del dolor,
y allá brotó tu sangre, y allá brotó perdón
a todo humano pecador.
Te quiero imaginar, tan sereno y tan confiado,
tan repleto de ternura, puro y sin temor.
Te quiero imaginar, tierno y amante,
así sencillo, alegre como un niño,
así sencillo...como tu sabes darte...
Así sencillo...yo quiero imaginarte...
R. Gruger / 8-10-88