LA MUERTE DE UN POETA
Empezó por sus manos
el nervio en taquicardia
se negaba a latir,
coagulo de ilusiones
debajo de su piel,
el amor olvidado
en un bar de mentiras,
la risa en su mirada
ahuecada en el tiempo.
Se quedó en la nostalgia,
perdido en los jardines del ensueño,
buscando el elixir de lo eterno,
transitando linderos de imposibles,
se creyó el ave fénix
y se fundió en el sol,
sólo dejo cenizas
esparcidas por la lluvia,
su magia introvertida
mojando los senderos.
A su muerte
crecían mariposas en el aire,
gusanitos subiendo por el viento,
y el corazón se convirtió en boulevard,
en colonias de hormigas
transitando en dulzura.
Se cortaba su aliento en el beso perdido,
su alma sonreía ante el ocaso
succionada por rayos de la luna
a gravitar el cielo,
a vivir sin su lecho,
se soltó las amarras que le ataban al mundo…
la triste soledad de la tristeza,
vivía sin la muerte de su cuerpo,
su amante de materia.
Se moría el poeta
mas revivía el sueño,
sus versos ya tomaban otro acento,
ahora el sentiría a las estrellas,
tocaría al amor sin tener miedo,
conocería la libertad del alba,
surcaría galaxias y hoyos negros/
irradiaría en su luz
la primavera estelar.
Olvidaba el teclado y el yemar de sus dedos,
el oprimir caricias, destacar sentimientos…
sus ojos se quedaban sin sus ojos,
su alborada rompía el horizonte,
sus limites se herían por los hombros del alma,
ahí iba el poeta
con alas hacia el éter,
a escribirle poemas a la noche,
a unir sus lumbreras con el día,
a convertirse en verso,
a ser parte concreta del espacio,
y a pintar de alegría el universo…
La tierra está conforme y acoge su sonrisa,
exprimirá sus ansias,
y del abono tierno de su vida
ahora hará poesía
poesía de natura,
poesía infinita.