Mis palabras se desgranan
letra a letra, verso a verso,
para ofrecerte una flor
con el sabor de mis besos.
No hay espinas en mi ofrenda,
tan sólo besos y sueños,
que se mezclan y confunden
y se queman en el fuego,
que tus ojos me provocan…
azul de mar, azul cielo.
Hoy recompongo mis pasos
y disfruto del paseo
con la nostalgia en la espalda
y el sol que enciende recuerdos.
Ven a mí, amiga mía,
que yo no tengo secretos,
que si amarte es un delito…
soy criminal, lo confieso.
Y ponme por penitencia
que te quiera como quiero…
en la distancia, a tu vera,
lejos… cerca… cerca… lejos…
Ya no hay barreras que oculten
lo que ya saben los cielos
y los ángeles cantores
y la nieve del invierno.
Son caricias y emociones,
son vivencias y momentos,
son el grito de un te quiero
para llegar hasta ti.
Son ecos de mi silencio.