Por ella han de llorar los cinamomos,
Mustias las flores, cuando muera el día.
Caerán de los árboles los pomos,
Soñando aquélla que se los cogía.
Las estrellas dirán: — “¡Ay! nada somos,
Desde que ella se fue, silente y fría...
Y viendo sus mejillas como cromos,
La hermana han de llorar que les sonreía.
La luna, que le fue madre amorosa,
La vio nacer y amar, ha de envolverla
Entre lirios y pétalos de rosa.
Mis ensueños de amor serán difuntos...
Y los arcángeles dirán al verla,
Pensando en mí: — “¿Por qué no vienen juntos?”