Como un extraño
El único hogar que hoy presiento
es mi mente y mi cuerpo,
y me sucede,
como una pequeña casa de madera en el campo,
en las faldas de un gran cerro verde
donde observan majestuosos árboles nativos.
Una casa blanca, cercada de hiedras infinitas,
pavimentada de largo pasto y girasoles silvestres;
y en el fondo, al lado del establo de un córcel blanco
un jardín, pero no un jardín cualquiera
sino un jardín de versos,
de mis versos que son tus versos.
El único hogar que hoy presiento
es mi mente y mi cuerpo,
y aunque a veces, parezco en él como un extraño
un desconocido a quien nadie recuerda
haberle habierto la puerta ni haberlo invitado,
un inconcluso e indeterminado que sólo escucha
lo que en mi cuarto están conversando,
sólo observando silencioso
cada detalle de lo que va pasando.
Soy, no más,
que una luz en este infinito,
un destello fugaz de pensamientos,
alguien quién piensa que la felicidad
es sino sólo un suspiro del alma
efímero y veloz como un rayo,
con una perfume tan embriagador
que nos hace olvidar nuestras tristezas.
El único hogar que hoy presiento
es mi mente y mi cuerpo,
y aunque a veces,
parezco en él como un extraño.
Valentino Malatesta