Abro los ojos, miro,
miro al rededor,
la luz es muy fuerte,
y se filtra por las rendijas del techo de madera,
madera que no ve,
pero que percibe, siente.
Ha presenciado el abrir de ojos de muchas otras personas,
para este techo de madera,
yo no soy más que una persona,
simple, monótona, aburrida, repetitiva.
Ha sido testigo del amor, del odio,
del engaño y de la fidelidad.
No se inmuta,
sigue firme sin importar la atrocidad que se esté cometiendo debajo de ella,
sigue firme ante el viento, ante la lluvia,
sigue firme ante el paso del tiempo.
Muchos vivieron, muchos murieron,
pero esta madera sólo ha sido testigo,
un testigo que no ve, pero que siente,
siente los cambios,
siente mejor que cualquier persona,
conoce, conoce muy bien su entorno pues,
lleva cientos de años estudiándolo.
La madera del techo,
ahora no hace más que ser,
no hace más que estar,
pero eso basta,
pero eso basta.