A corazón abierto,
te has presentado en mi vida.
A corazón abierto,
tú me has contado tus cuitas.
Y los pinos y los fresnos
de la montaña vecina
fueron testigos callados,
con hidalguía impertérrita,
del roce de nuestras manos,
que frenaban sus caricias.
A corazón abierto,
has dejado que te diga
todo lo que siempre he callado…
y has calmado mis heridas.
Y tu canción y la mía
han sonado por los cielos,
con la misma melodía,
en pentagramas sagrados
de partituras inéditas.
A corazón abierto…
con tus ojos me iluminas.