RICARDO ALVAREZ

CANCION PARA VOS , PAPÂ - dedicatoria

1. Te conoce el crepúsculo, el vientre de la roca,
   el agua del río pedregoso y el aroma de los olivos.
   Te conoce el turgente seno adolescente
   del pico de cada montaña, de tu Bierzo valle.
   El sueño de la noche, flameando en azules
   te ha mirado y se pronuncio al aire:
   ¡ La hoguera de tu alma incinera las vanidades humanas ¡
   ¡ No has muerto para siempre ¡
   No como mueren todos los muertos,
   que se cuentan como olvidos, en pilas rumbosas de perros dolientes.
   
   Te conoce el albur de la nieve,
   las vides en copa de uva aun te evocan.
   Parece que la miel de tu boca ardiente,
   les apaga la sed y el recuerdo en un odre.
   La melancolía viril del roble y la pisada del oso voraz, te conocen.
   Te conoce el misterio de la ladera, la tierra pedregosa,
   fecundada en los recodos, de la cima de los montes,
   del ombligo de LEON, al trópico de Andalucía.
   
   También el hostil gris, asesino de los silencios y
   La Franquista patria traidora que te expulso,
   cuando te golpearon las ostias en caída verduga y
   la leche se hizo uva al levante ebrio de tu puño en alto,
   acerruno y tenaz idealista, hacedir anarquista de utopías inenarrables.
   
   ¡ Caballero Leones.

2.  Te apeteció la muerte. pero mas te saboreo la vida ¡

   Mi recuerdo es mudo pero vigente, mi sentido esta alerta.

   Tu brillo perenne de ausencia, le hizo un tajo profundo

   a la memoria del olvido, y grabo en el mármol

   una moraleja, para un presente renovado

   donde plantas simientes.

   Te conocen los laureles y ríen por tu encanto.

   Evoco una brisa alegre, en una fiesta de cerdos entre la niebla.

   Entre los nidos del aire hay grietas, cuevas de hechos sin olvido.

   ¡ Le canto a tu ausencia con brios !

   Al tapiz de tu senda, al sol preñado de luz,

   a las noctámbulas estrellas elegantes, narrando tus aventuras.

   Al hueco de la noche, clavado en el alma de la luna.

   Recuerdo que he visto al roble preguntando por ti.

   Al ala de la codorniz, hamacando tu cuna eterna de madroños

   Hoy duermes en el vientre de otras tierras arboladas,

   donde crece la pradera, y retoña el germen alado bajo la sombra sonriendo brotada de tu sangre.

3. 
   a mi amado padre. RUFINO ÂLVAREZ ÂLVAREZ