Una estación,
la vía el tren.
Una calle sin salida,
un espacio reducido
Donde se comían
a besos
tus labios con los míos
Árboles en las aceras,
un coche
que iba y venía
tu boca
que echaba fuego
dulce fuego
dentro de la mía
Tus manos con pasión loca
todo mi cuerpo recorrían
Y las mías temblorosas
en tus senos
se dormían
Subimos hasta los cielos
con furia loca encendida
Y al bajar de nuevo al suelo
con mi boca te comía,
desde los pies hasta el pelo
De pronto se oscureció
y en esa noche callada
susurros besos y suspiros,
Era…lo único que se escuchaba.
Autor: Joaquín Méndez. 01/02/93