Dos luceros que nunca se encendieron
Una vocecita que nunca pudo decir mamá
Un capullo que nunca llegó a ser flor
Y su perfume y color, no se expandieron.
La desolación inmutable,
el viaje a la incertidumbre,
y mi vientre, procreador de vida
de muerte se inundó, el luto lo ensombreció.
Dolor de los dolores, silencio de los silencios
Llanto sin lágrimas que se fueron
A la nada del desasosiego.
Y al sin fin del desconsuelo.
¿De qué sirve, gritar, cantar , reír
si este silencio eterno me encadena a la nostalgia?
¿De qué sirve correr, saltar bailar,
si estática esta la desesperanza?.
Y este hueco en el pecho, que se ahonda
Cuando observo un pequeño acurrucado
En los brazos de su madre, que lo amamanta
Mis pezones entonces sienten un escozor doliente.
Y pienso y digo: quiero un bebe que sea mío
Que se entregue a mis brazos y mis caricias
Que me libere de una vez y para siempre
De la soledad de saber que en mi alma hay una cuna vacía.