Primavera, que te acercas
con las flores en tus manos,
con las luces y colores
con que dibujas los campos,
tráeme el sabor de esperanzas
y adorna mi alma con cantos.
Dame esta tarde una rosa
con sabor a lo soñado,
con el color de la vida
y con perfume de sándalo,
como el alma de mi amada
cuando la tengo en mis brazos.
Sus labios son miel y fresas
y sus manos… no son manos,
son terciopelo en caricias,
son como un libro de salmos
para abrirlas y besarlas
y llenarlas de un “te amo”…
Dame la rosa que espero
pues quiero hacer un regalo:
sólo un beso entre sus hojas,
con perfume apasionado,
con mis poemas y versos,
que cada día le canto
y le recuerden que vibro
y su presencia reclamo.
Dame la rosa que espero.
No es para mí… ponle un lazo.