Caminé incansablemente,
Besé otros labios,
Lloré todas las lágrimas,
Creí que el infinito
Quedaba al doblar la esquina.
Pensé que lo sabía todo:
(¡Ingenua!)
Me encontré en unos ojos,
Bailé sin saber.
Rendí culto a la vida
Sentada frente al mar.
Recé veinte Padre Nuestros
Y veinte Ave Marias.
Nadie me respondió.
Me enamoré otra vez,
Y cuando menos lo esperaba
Volví a comenzar.