Desde la soledad de las altas montañas
sólo se divisan piedras, quebradas y ríos,
aquí, donde el varón se hace hombre
se lucha por la vida, y yo lucho por la mía.
Qué estúpida costumbre esto de la guerra
jugarse la vida para nada,
para defender a la patria amada
pues nos decimos que ella es sagrada.
Vale decir que el cielo nos provee de agua fresca
y en estos parajes inhiestos
la raíz de alguna hierba seca
es un buen alimento.
Aquí no existe el amor
sólo se conoce honor y lealtad;
cuando el hambre y la sed apremian…
hasta bichos venenosos devoramos.
A veces pienso que esto es felicidad
no se sufre, se lucha
y al final de cada jornada
tranquilo descansa el corazón.
Aquí no existe la traición
pues el que traiciona muere
y es enterrado en cualquier fosa
sin cruz, ni nombre que lo recuerde.
Delalma
Lunes, 21 de marzo de 2011