Esta novela es la biografía de Alonso de Ojeda, adelantado español en la conquista de América. Para el autor éste es uno de sus personajes históricos más admirados. Un capitán español a la que la historia no ha hecho justicia, ya que a pesar de ser el militar más valorado de su época y el espejo en el que se quisieron mirar todos los conquistadores españoles de la época: Pizarro, Hernán Cortés, Ponce de León, Núñez de Balboa. Sin embargo ha pasado casi desapercibido para la mayoría en la actualidad. La vida de Alonso está jalonada de aventuras y de infortunio. Ya que toda la suerte que tuvo en el combate cuerpo a cuerpo, se dice que jamás perdió un duelo a pesar de su corta estatura, le faltó en todas las aventuras que tuvo en el nuevo mundo, en su afán de descubrir nuevas tierras para la corona de España. Hasta el punto de que acabó sus días en la más absoluta de las miserias y murió solo en su vieja cabaña junto al rio Ozama en la isla de La Española. Su tumba estuvo expuesta en Santo Domingo hasta la guerra civil de los años 60 del siglo XX, tras la cual sin motivo aparente desapareció todo vestigio de ella.
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Esta novela es la biografía de Alonso de Ojeda, adelantado español en la conquista de América. Para el autor éste es uno de sus personajes históricos más admirados. Un capitán español a la que la historia no ha hecho justicia, ya que a pesar de ser el militar más valorado de su época y el espejo en el que se quisieron mirar todos los conquistadores españoles de la época: Pizarro, Hernán Cortés, Ponce de León, Núñez de Balboa. Sin embargo ha pasado casi desapercibido para la mayoría en la actualidad. La vida de Alonso está jalonada de aventuras y de infortunio. Ya que toda la suerte que tuvo en el combate cuerpo a cuerpo, se dice que jamás perdió un duelo a pesar de su corta estatura, le faltó en todas las aventuras que tuvo en el nuevo mundo, en su afán de descubrir nuevas tierras para la corona de España. Hasta el punto de que acabó sus días en la más absoluta de las miserias y murió solo en su vieja cabaña junto al rio Ozama en la isla de La Española. Su tumba estuvo expuesta en Santo Domingo hasta la guerra civil de los años 60 del siglo XX, tras la cual sin motivo aparente desapareció todo vestigio de ella.