Esta novela trata sobre el tema de la esclavitud que aun hoy se da en el continente africano y que el mundo cierra los ojos ante este abominable hecho. A través de su protagonista, una joven mujer de color que en su luna de miel, es secuestrada en pleno corazón del África subsahariana por unos negreros y que quieren cruzarse medio continente junto con otras personas igualmente secuestradas de sus aldeas para venderlos como esclavos a los jeques árabes de Oriente Medio. Por medio de la búsqueda de su marido, un prestigioso periodista occidental y de piel blanca, el autor nos narra la historia de un puñado de valientes que fundaron una organización sin ánimo de lucro y sin ayuda gubernamental de ningún gobierno para luchar contra estas mafias de negreros y que muchas veces pagaron con su vida esta lucha sin cuartel contra el tráfico de seres humanos en el continente negro. Una vez más queda patente el doble rasero de medir que tienen los gobiernos para la lucha contra los delitos más ignominiosos del mundo. Si los que cometen los delitos son importantes hombres de negocios o gobiernos con riquezas o recursos naturales se vuelve la vista hacia otro lado y aquí no ha pasado nada. Muchas condenas de cara a la galería y nada que hacer con la ley en la mano si el que delinque es un pez gordo.
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Esta novela trata sobre el tema de la esclavitud que aun hoy se da en el continente africano y que el mundo cierra los ojos ante este abominable hecho. A través de su protagonista, una joven mujer de color que en su luna de miel, es secuestrada en pleno corazón del África subsahariana por unos negreros y que quieren cruzarse medio continente junto con otras personas igualmente secuestradas de sus aldeas para venderlos como esclavos a los jeques árabes de Oriente Medio. Por medio de la búsqueda de su marido, un prestigioso periodista occidental y de piel blanca, el autor nos narra la historia de un puñado de valientes que fundaron una organización sin ánimo de lucro y sin ayuda gubernamental de ningún gobierno para luchar contra estas mafias de negreros y que muchas veces pagaron con su vida esta lucha sin cuartel contra el tráfico de seres humanos en el continente negro. Una vez más queda patente el doble rasero de medir que tienen los gobiernos para la lucha contra los delitos más ignominiosos del mundo. Si los que cometen los delitos son importantes hombres de negocios o gobiernos con riquezas o recursos naturales se vuelve la vista hacia otro lado y aquí no ha pasado nada. Muchas condenas de cara a la galería y nada que hacer con la ley en la mano si el que delinque es un pez gordo.