Editorial: Seix Barral Año de edición: 2018 Año leído: 2019 Idioma: Castellano Páginas: 142 Calificación: 10
Tal es la naturaleza de nuestra lengua, y en general de todo sistema lingüístico, que a las palabras que evocan un concepto abstracto el lenguaje les suele dar forma con otra palabra sujeta a una abstracción. Un concepto le da forma y rigor a otro. Hay secuencia, sistema gramático. Así, en “El mono gramático” Octavio Paz describe a la forma del cambio como una sucesión de fijezas, estableciendo que en la naturaleza el cambio disipa los momentos de fijeza que adquiere nuestro entorno, un paisaje, una situación, o un objeto en su más actual edad, que tiene cualidad de fijo mientras el cambio le configura su duración (capítulos 1-4).
En esta obra que constituye una de las piezas cumbre de la literatura en lengua hispana, Paz inicia recorriendo el camino de Galta en la India, caminata a través de la cual describe con ritmo de poesía a Hanumān, deidad de la naturaleza y la gramática. De esa mítica descripción yo destaco un fragmento: “…entre las encías rojas y los labios morados asoman sus dientes blanquísimos: aguzados limadores de distancias…” (Capítulo 5, p. 37). Quizá, que sus dientes sean “limadores de distancias” es la retórica que expresa cómo el lenguaje acorta el vasto espacio de una realidad subyacente donde lo que existe aún no tiene nombre. Lo abstracto parece ser apenas tangible tan pronto se le da un nombre, y en esa medida se escurre aún – y siempre – todo lo que el nombre no puede precisar. En consecuencia, Hanumān debe morder de nuevo en la gramática para acortar la distancia de todo lo que sigue sin nombre.
En su paso por el camino de Galta, Paz admira una vegetación rica en diversidad y formas, envuelta en un impenetrable juego de sombras y luz semejante a una maraña. A medida que avanza, pensando en Hanumān, imagina al universo como la escritura de los dioses: infinita y por lo tanto ilegible para los creadores mismos; en contraste con la escritura humana que es limitada y asequible. Para Paz, el camino es una lectura propuesta por Hanumān. Al respecto del verbo caminar, expresa: “…Caminar: leer un trozo de terreno, descifrar un pedazo de mundo.” (Capítulo 8, p. 49).
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Año de edición: 2018
Año leído: 2019
Idioma: Castellano
Páginas: 142
Calificación: 10
Tal es la naturaleza de nuestra lengua, y en general de todo sistema lingüístico, que a las palabras que evocan un concepto abstracto el lenguaje les suele dar forma con otra palabra sujeta a una abstracción. Un concepto le da forma y rigor a otro. Hay secuencia, sistema gramático. Así, en “El mono gramático” Octavio Paz describe a la forma del cambio como una sucesión de fijezas, estableciendo que en la naturaleza el cambio disipa los momentos de fijeza que adquiere nuestro entorno, un paisaje, una situación, o un objeto en su más actual edad, que tiene cualidad de fijo mientras el cambio le configura su duración (capítulos 1-4).
En esta obra que constituye una de las piezas cumbre de la literatura en lengua hispana, Paz inicia recorriendo el camino de Galta en la India, caminata a través de la cual describe con ritmo de poesía a Hanumān, deidad de la naturaleza y la gramática. De esa mítica descripción yo destaco un fragmento: “…entre las encías rojas y los labios morados asoman sus dientes blanquísimos: aguzados limadores de distancias…” (Capítulo 5, p. 37). Quizá, que sus dientes sean “limadores de distancias” es la retórica que expresa cómo el lenguaje acorta el vasto espacio de una realidad subyacente donde lo que existe aún no tiene nombre. Lo abstracto parece ser apenas tangible tan pronto se le da un nombre, y en esa medida se escurre aún – y siempre – todo lo que el nombre no puede precisar. En consecuencia, Hanumān debe morder de nuevo en la gramática para acortar la distancia de todo lo que sigue sin nombre.
En su paso por el camino de Galta, Paz admira una vegetación rica en diversidad y formas, envuelta en un impenetrable juego de sombras y luz semejante a una maraña. A medida que avanza, pensando en Hanumān, imagina al universo como la escritura de los dioses: infinita y por lo tanto ilegible para los creadores mismos; en contraste con la escritura humana que es limitada y asequible. Para Paz, el camino es una lectura propuesta por Hanumān. Al respecto del verbo caminar, expresa: “…Caminar: leer un trozo de terreno, descifrar un pedazo de mundo.” (Capítulo 8, p. 49).